domingo, 24 de marzo de 2019

Adiós 2018

Siempre, cuando empiezo a escribir este tipo de post, tengo que leerme el anterior, para saber exactamente donde corte, y aunque es obvio que tras pasar un año y cuatro meses casi, habrá mucha información que perderé por el camino, pero es algo, que me encanta hacer e intentar ser lo más fiel posible a lo que pasó. Allá vamos.




Cabe destacar que la Nochevieja de 2017 la pasamos Cris y yo en casa, solos, con una mesa de verdad, una cena en condiciones. Él y yo. Fue una noche bonita, otra más a su lado y ahora sí, en nuestro hogar, mucho más familiar que el año anterior, se respiraba la Navidad en cada rincón, este año sí podíamos permitirnos un arbolito, algo que nos hizo mucha ilusión.

Enero el mes en el que la Illa echaba el cierre por una reforma muy merecida. Yo estaba atacada, me moría por ver ese cambio, sabía que no era el trabajo de mi vida, pero en cierta medida, me hacía ilusión ver el cambio. Aunque la reforma se atrasó, cosa que nos afectó a muchas, yo por ejemplo, tenía el examen en febrero, el maldito B1 de las narices tendría que esperar. Yo seguía todas las noches yendo a clases, acababa agotada (já inocente de mi). A mitad de mes, al fin llegó el turno de Lady Gaga en el Palau Sant Jordi de Barcelona. Qué pasada, que espectáculo más entretenido, que calidad, en fin, fue una bonita experiencia junto a mi pequeña Marta, a la cual arrastré a pagar un dineral por disfrutar de aquella explosión de sentidos en toda regla.
Entre comidas en japoneses con los compañeros de Cristian y el famoso cierre el 27 de enero de la Illa, comenzaría el mes de Febrero, como es de esperar, la Illa me debía horas, por lo que a mis vacaciones se alargaron unos días más hasta entrar en la Farga a trabajar mientras seguían con la reforma. Acabó el curso de Inglés y quedamos con mis compañeros de clase a cenar una noche, la verdad es que fue muy divertido. Y bueno, destacar pues el gran acontenicimiento del año cuando mi querida amiga Cristina vino a Barcelona a realizar su trasbordo a EEUU, y tras MUCHOS años, conseguimos vernos. Aquello fue épico. Dos muchachas que se conocieron por un juego de internet y que a día de hoy siguen manteniendo el contacto... internet es mágico y maravilloso.

Y llegó el día, 8 de febrero, el maldito examen de Inglés B1 Cambridge. Recuerdo lo nerviosa que estaba, lo había elegido Computer Base, algo que recomiendo encarecidamente. Fue bien, incluso el Speaking, el cual me vi más suelta de lo que pensaba. Salí contenta, ahora solo quedaba esperar si los 400 euros que había invertido y las horas, habían merecido la pena. Fue al día siguiente cuando Cris y yo aprovechamos para seguir visitando Cataluña como nos propusimos. En un hotel con desayuno incluido en Girona, decidimos pegarnos esa pequeña escapada.
Qué ciudad tan bonita, que gran parecido guarda con Granada, mi Granada. De hecho, es la primera ciudad en la que me atrevo a comprar té. Ya que siempre ha sido Granada el lugar propicio para ello, pero esta vez decidí probar, y acerté de lleno. Fue un viaje breve pero muy enriquecedor para dos frikis que aman Juego de Tronos y les encanta ver los lugares donde se han rodado algunas escenas, como la famosa escena de "shame, shame, shame" los que la hayáis visto, sabéis muy bien por donde voy. También fue enriquecedor quedar con uno de mis mejores amigos, Paco, mi querido loco de atar, fue tan divertido estar con el y su chica, tan agradable tener una conversación fuera de contexto todo el rato que hoy, un año después, aún echo de menos. También echo muchísimo de menos esos madrugones que nos pegábamos Cristian y yo para desayunar en el hotel, nos poníamos como cerdos literalmente, tiempos aquellos en los que había algo de dinero.

Acaba el viaje, y a los dos días, Ana se planta en Badalona. Hacia años que quería tatuarme, pero nunca había sabido bien el qué quería hacerme. El día 13 de febrero fue la primera vez que una aguja me atravesó la piel dejando un rastro a su paso, la silueta de la Alhambra ¿por qué la silueta y no la grandeza de este monumento? el venirme a Barcelona fue algo muy duro para mi, fue una etapa complicada, ansiedad, inseguridad... al contrario de lo que sentía en Granada. Allí me comía el mundo, no me daba miedo casi nada, pero sabía que tenía que cerrar esa etapa, y no bastó con el cierre del blog. Quería algo más significativo, necesitaba que fuera una bonita manera de decir, se acabó, la etapa de estudiante terminó. Ahora toca enfrentarse a nuevos retos, crecer, madurar y dejar de ser una niña. Y así fue lo que le dije a Hellen, mi tatuadora, cuando vi que el boceto de lo que yo le había pedido iba más allá. La artista porque no tiene otro nombre, me había hecho un dibujo detallado de la Alhambra, era impresionante, fabuloso, pero no era lo que yo quería tatuarme. Fue ridículo y una pena que destrozada un trabajo como lo que me presentó, pero yo solo quería una línea fina, esa línea que me había tener los pies en la tierra con todas las vivencias que había tenido en Granada y las que me esperaban en Barcelona. Y así fue, grabado a fuego en mi piel como una línea que no se sabe muy bien que es, aunque con saberlo yo me basta.

¿Y qué ocurre si tu no estás bien de la cabeza y tienes dos amigas con mucho tiempo libre y locas de atar también? Pues nada que se van 4 días a Dublín porque si. Así fue, uno de los viajes más divertidos que he hecho nunca, qué sin fin de cosas, de lugares y sobre todo, DE COMIDA. Mi querida Noe y Marta me acompañaron a la ciudad de las cervezas y la música en directo. Tras una noticia un poco devastadora, aquel viaje nos sentó de maravilla. Fue tan divertido hacer chinchar a Marta robando papel higiénico de los bares para uso propio... o comer chucherías con sabor a vómito y morir en el intento, jo chicas, sois lo más grande que me ha dado Barcelona.

Justo a la vuelta, esperando en el aeropuerto, recibo un correo de la academia donde realicé el examen de Inglés, era la nota. Fue eterna la espera en el login de la web, pero mereció la pena. APROBADA. Tenía el puto titulo al fin. Me dieron otra noticia bastante peor, mi tita estaba muy malita, le habían descubierto un cáncer ya en fase de metástasis, así que bueno, os podéis imaginar el desenlace meses después.
Para los más despistados, os dejo un vídeo de nuestra vivencia esos cuatro días por las calles de Dublín, como siempre, perdida en las calles de Dublín.

Y se acabó lo bueno, tocaba volver a trabajar, esta vez dos semanas en La Farga, allí me enseñaron unos valores tan bonitos que no había aprendido antes, me abrieron tanto los ojos, que a día de hoy le agradezco mucho todo lo que hicieron por mi en una semana, sí al final fue una semana. No recuerdo bien si fue justo al lunes siguiente cuando tuve una reunión con RRHH en el que me avisaban que me trasladaban de tienda, no me quedaba en la Illa para su reapertura, recuerdo mientras me lo comentaban, una alegría dentro de mi quería estallar a gritar ¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS! en ese momento sabía que todo cambiaría, que no volvería a sufrir nunca más, que aquello marcaba un antes y un después en mi misma, en mi confianza y mi manera de ver la vida, se acabó el régimen dictatorial para siempre. Algo de lo que quizás a finales de 2019 os pueda hablar más a fondo de este tema y de cómo ser un mal líder puede afectar a una plantilla entera de trabajadores.


Llegó un momento bonito, y algo totalmente nuevo tanto para Cristian como para mi, la boda de David García en Granada en marzo.Nunca habíamos ido a una boda juntos, y por separado tampoco vaya (obviando cuando eres pequeño y vas con tus padres). Fue una bonita experiencia la cual me hace afirmar cada vez más que quiero retrasar toda esa parafernalia mucho más. Y bueno destacar la sorpresa que me pegaron mis padres nada más llegar a Granada, que vinieron a visitarme, nada, unas horas, pero fue bonito. Como siempre Cris consigue hacer cosas increíbles.

Y vuelta a Barcelona, os había dicho que odio volar ¿verdad? contad ya que van 4 vuelos, y estamos a marzo. Empecé en mi nueva tienda en calle Pelai. La verdad es que al principio fue todo un poco raro, me prometieron horario fijo de tardes y no fue así, iba siempre de mañanas, y encima en almacén, algo que me gustaba mucho. Qué decir tengo de aquel comienzo en Pelayo, me topé con dos de las mejores encargadas que he tenido hasta el día de hoy, dos mujeres con coraje, responsables y sobre todo, TRABAJADORAS. Algo que no había visto previamente, exceptuando a la Farga, por supuesto. Ellas dos T y C, se convirtieron en mi referente a seguir, su manera de hacer las cosas, su transparencia me hicieron volver a confiar en mi trabajo. Me fui abriendo poco a poco, e incluso me ayudaron con las vacaciones de verano, o sea, mi comienzo en Pelai fue lo mejor que me puso pasar desde que puse un pie en Inditex. Y es algo que no olvidaré. Me trataban con respeto, me dejaban hablar y no dudaban de mi palabra nunca. No sé, quizás son tonterías pero no era igual en mi trabajo anterior. El equipo estaba muy unido, había muy buen rollo y aquello me gustaba, no me costó integrarme.
Aquello marco un antes y un después en mi vida, desde ahí todo cambió y todo muy rápido...

Abril mi mes favorito para probar cosas, empecé el láser auch, disfrutamos Cristian y yo del conciertazo que se pegaron Imagine Dragons, y llegó nuestro tercer aniversario. Recuerdo que quería sorprender a Cristian, tenía mil y una ideas en la cabeza, lo que más quería hacer era un pequeño viaje, pero me era imposible porque no tenía mucho dinero, y tampoco tiempo. Se me pasó por la cabeza el típico ramo de flores, yo siempre he querido que me hagan eso, así que pensé si realmente le gustaría a Cristian, y lo sustituí por comida. Durante la semana previa, iba dejando como una especie de pistas en forma de acertijos que Cristian tenía que averiguar y al final de la semana tendría la recompensa. Recuerdo irme a trabajar nerviosa mirando cada dos por tres el móvil para ver si la primera sorpresa le había llegado. Había encargado en una web un desayuno a domicilio. Por lo que no se sobre qué hora, le tocaron a casa y le sirvieron un desayuno. Y así empezaba nuestro aniversario, recuerdos sus Whatsaap sorprendido, pero eso no era todo, había comprado dos pases para visitar el parque de atracciones que hay en el Tibidabo para pasar el domingo. Y la verdad es que lo pasamos en grande, como dos críos, como no. Otro año más al lado de este loco de atar, otro año más sabiendo que hice bien en derrotar mis miedos al amor y tirarme de lleno a la piscina. Una decisión totalmente acertada aquel 15 de abril de 2015.

Entre Sant Jordi y fiestas varias, llegó mayo con la visita de una buena amiga María. Días bonitos con mil y una historias, Harry Potter y las recetas de nuestra querida cheff personal. Nunca había pasado así más tiempo con ella pero supe de momento el por qué Cristian la quería tanto, para mi también, en tan poco tiempo, se había convertido en alguien muy especial.

Y este mes fue clave que cambió mi vida. No recuerdo bien cuando fue, pero hubo una semana entera que no quise levantarme de la cama, necesitaba que todo estuviera a oscuras, no estaba bien, tenía un peso en la espalda que hacía que me costara vivir. Realmente fue una sensación nueva para mi, pero muy dolorosa. Me resultó muy familiar, por lo que decidí ir de cabeza al médico. Y bueno, estaba en lo correcto. Principio de depresión (quiero llorar ahora mismo mientras escribo esto no sé por qué). Me sentía tan mal, tan vulnerable, me habían pisado tanto al llegar a Barcelona que no sabía muy bien como gestionar ese cacao mental. Fue muy duro cuando la psiquiatra me recetó pastillas, y me dijo lo que me pasaba, le puso nombre a eso que estaba naciendo dentro de mi.
Yo ya sabía como funcionaba, por desgracia mis padres han pasado por eso ya, en varias ocasiones. No entendía muy bien por qué, aunque sí sabía motivos sueltos, y entre ellos, mi anterior lugar de trabajo. Terminé reventando, tarde o temprano pasaría. Es muy duro ver como tu pareja intenta ayudarte, pero tu estás en un bucle de ansiedad del que no puedes escapar. Hablando con la psiquiatra le dejé muy clara mi posición ante las pastillas, aún así, ella me las recetó, además de una visita al mes con la psicóloga. Ahí vi la luz. No tomé las pastillas. Sabía que habría otros medios, no quería ser una más, quería superarlo poco a poco, con terapia, pero no con pastillas. No. Al poco tiempo me visitó la psicóloga, un amor de mujer, estaba muy nerviosa cuando fui a consulta ya que no había seguido las instrucciones que me dio la psiquiatra, pero no pasó nada, entendió mi postura de no querer medicarme a no ser que no quedara otra alternativa. Me propuso cambiar de psiquiatra y una terapia semanal con un psicólogo, J.L., el hombre que cambió mi vida.

Junio, este es el año de las bodas señores, pero esta vez me tocaba más cerca, mi amiga de la infancia Irene se casaba, no me lo podía perder, en mi trabajo me  dieron los días sin problemas, que por cierto, cambiaron mucho las cosas allí. Bajamos a Lucena, esta vez nos quedamos en casa de mis padres, y fue enriquecedor, aunque muy  breve, mucho traqueteo de arriba para abajo, una boda en la que me emocioné varias veces, joder era ella, mi amiga de la infancia vestida de blanco, parecía una princesa, no podía estar más orgullosa de todo lo que había conseguido y que a día de hoy, casi 27 años después, sigamos en contacto. Son palabras en mayúscula. Fue un momento maravilloso, gracias preciosa por hacerme formar parte de un momento tan importante en tu vida.
Y lo aburrido del mes de julio es la preparación de Rebajas, pero este año no ha tenido nada que ver con los anteriores, mucho trabajo pero mucho más divertido, las risas estaban aseguradas, con un equipo que estaba reestructurándose poco a poco, fue interesante hacer el etiquetaje con ellas, y en especial con mi Anita y nuestros karaokes personales, pá mala tú Ana, te quiero idiota.
También durante este mes, tras mucho pensar, mil foros leídos, y un caos en la cabeza, comencé a mover papeles para comenzar un máster. No sabía muy bien si aquello sería arriesgarme y tirar el dinero. Yo Socióloga de casualidad, queriéndome adentrar en un ambiente totalmente diferente, el marketing digital. Tras mil y una charla con mi chico, pensé que podría ser buena idea, no lo tenía claro, pero aún así, comencé con las llamadas. Mi querido psicólogo tuvo que aguantar todas mis dudas, mis machaques continuos y mi dureza en su máximo esplendor.

Agosto, mes favorito por excelencia. Se venían muchas cosas y estaba deseando que llegaran, entre ellos nuestro viaje de todos los veranos, este año mi querida encargada T. me dio una semana, así que este año tocaría Berlín, pero no sin antes recibir a nuestro querido amigo David Cabello. Creo que ha sido la visita más random que hemos tenido por casa, casi mato a mi chico y a él, pero unas risas no vienen nada mal, eso sí, querido David NUNCA MÁS. Fue un poco rollo porque al estar currando no tuve mucho tiempo, por lo que Cris le enseñó Barcelona y las costumbres catalanas. Menos mal que David no se peleó con ningún residente. 
Y al fin, nuestras vacaciones. Berlín nos gustó, mucho. Una ciudad curiosa, muy de nuestro rollo. Probando comida, visitando decenas de museos y acabando en un campo de concentración. Ya es el tercer viaje con él, y no podía ser mejor, a día de hoy tengo los vídeos sin editar, no sirvo para youtuber, qué raro, aunque sí que subí un pequeño resumen y que cada vez que lo veo, me acuerdo de las risas que nos pegamos él y yo. Berlín l Perdida en...



















Septiembre, mi mes de vacaciones realmente, este mes tuve aún más visitas al psicólogo/psiquiatra y al fin, pude bajar a Lucena. Allí arreglé asuntos pendientes conmigo misma, fueron momentos duros, pero necesarios para avanzar en la vida, seguir mi camino y hacerme mucho más fuerte. Fue también cuando me corté aun más el pelo, por lo que dicen ¿no? pelo nuevo, vida nueva, filosofía diferente.

Me planté en la ciudad donde empezó todo, Granada. Mi granada, ella allí como siempre. Estuve con mis amigas, me pasé por la facultad; mi título estaba calentito, la socióloga que quería ser otra profesión de mayor. Visité el famoso Nevada con Sebas y David, siempre un placer contar con su compañía. No sé que me pasa, pero siempre que bajo a Granada me siento como si no me hubiera ido nunca, pero ha cambiado todo tanto, es todo tan diferente, que cuesta creer que no volvería. Curioso. No hay más que leer mis blogs para saber que es la primera vez que pienso que mi lugar no está allí, aquello fue un amor de cuatro años, que volveré, pero aún no. Y a día de hoy (marzo 2019) ya se por qué. Cervezas, tapas, charlas, bailes absurdos y el día solitario. Mi amiga Dai trabajaba. Tenía el día entero para mi antes de coger el vuelo para Barcelona. Así que me vestí, recuerdo como llovía, tronaba que daba gusto, era perfecto. Volvamos a hablar querida Granada... me puse los cascos y salí, me puse la lista de reproducción de aquellos años, la tenía guardada, como todo. Anduve, sola, bajo la lluvia, cerré el paraguas. Nadie sabía el por qué lo hacía, pero yo sí, era más sencillo disimular las lágrimas así. Estuve andando, recorriendo los caminos ya recorridos, mirando cada detalle, a la gente despreocupada, mi corazón evocaba mil sentimientos que disparaban directos a mi cerebro. El psicólogo me lo avisó, "te tocará despedirte de algunas cosas". Y eso es lo que hice, despedirme, en octubre empezaba un proyecto muy gordo y no estaba segura, fue mi manera de decirle a Granada que quizás sería la última vez que la echaría de menos. Algo en aquel momento, me dijo que mi vida no estaría allí, que eso ya pasó, que me estaba curando, la echaba de menos, pero había aprendido a vivir sin ella. Y así fue.

Octubre. Psicólogo varías veces en semana incluso. Era muy confuso, mi cabeza tenía mil dudas, mil problemas, inseguridades. Mi jefa me dio una semana libre para poder asistir a un curso que hacía Google llamado Google Actívate, de Marketing digital. Sería el primer contacto con mi cambio. Y creo, a día de hoy, que fue lo mejor que pude haber hecho. Conocí a unas personitas únicas, maravillosas. Recuerdo estar comiendo en el descanso del curso, nos daba el sol, y me dio un vuelco en el estómago, ahí estaba ese cambio, ese anhelo, estaba ahí, era eso lo que quería. Estaba en el camino correcto. En ese momento lo supe. Todo había tenido sentido, el dinero que iba a gastar, todo. Aprendí mucho, todo era nuevo, no sabía qué me gustaba más. Estaba deseando empezar el máster, aquello era lo mío, mamá de mayor quiero dedicarme al marketing digital.

Los primeros contactos con el máster, se vieron realmente en noviembre demasiadas asignaturas, 8 sin ir más lejos. Me volví loca. Entré en un grupo, me salvaron la vida. Y llegó Evuche, la hermana de Cristian subió a pasar unos días, estaba tan cambiada, tan mayor, tan madura que me sorprendió. La conocí siendo un bichejo y que nuestro tema de conversación era JP y Frozen y ahora estábamos hablando de política. Como cambian las cosas ¿verdad? Cambios, cambios queridos. Entre ellos, el valiente paso de mi ex-compañero de piso, aquel que vivió conmigo los mejores años de la carrera, Aivaras. Se venía a vivir a Barcelona con su chico y yo no podía ser más feliz. Pasaron una noche en mi casa, y una parte de mi sabía que todo comenzaba a funcionar, no sé muy bien si fue la terapia o que todo era mucho más fácil en mi cabeza, las piezas comenzaban a cuadrar poco a poco. Pero todo tenía un fin, y en diciembre me darían el alta en el médico, y aquello aún me asustaba.

Por último, el mes más difícil de todo el año, diciembre. El máster se estaba dando conmigo, era algo que me encantaba estudiar, pero no tenía tiempo, trabajaba mucho en Stradi, me estaba volviendo loca, no tenía horas en el día, no había fines de semana, tenía que estudiar, no disfrutaba de mi chico, el máster lo hacía más pesado todo. Los días que tenía más tiempo, tenía terapia, era el último mes y tenía que ir a cuantas más sesiones mejor, pero algo dentro de mí, decía que ya estaba acabando todo, y aunque en enero tuve alguna visita más con la psiquiatra, la psicóloga y la enfermera que me hacía la relajación, mi terapia con J.L. acababa. Pero antes de que fuera eso, pasó algo, algo que tenía que pasar, mi madre me llamó una tarde, mi abuela estaba mal, regular, yo lloraba porque sabía que aunque ella no era consciente, estaba pasándolo mal, su fase del alzheimer, estaba en la etapa final. Recuerdo que le pedí al cielo que se la llevara, aquello era demasiado doloroso. Una semana después, aquel domingo, mi móvil sonó. Ella se apagó, fue el momento más duro que había vivido en mucho, estaba en Barcelona, no podía teletransportarme hacia Granada, ni mucho menos a Lucena, mi padre, solo pensaba en él. Mi padre. Cómo está mi padre. Me apresuré en buscar vuelos, trenes, lo que fuera. Los precios, en diciembre, os podréis imaginar, recuerdo tener que usar dinero del máster para poder bajar a Granada, y al día siguiente, una vez allí, darle el último adiós. Abuelita, gracias por tantas cosas, pero tenías que descansar corazón, gracias por tanto... Fue duro, pero era necesario.

Volví a subir a Barcelona tras haber pasado unos días, mi jefa fue muy comprensiva conmigo, como siempre. Y tocaba enfrentarse al segundo golpe duro, la finalización de la terapia semanal, se acababa. Fue complicado, creo incluso que lloré. Estaba bien, aquella terapia me había cambiado la vida, la forma de pensar, de juzgarme a mi misma, a no ser tan dura hacia mi persona, a ser más paciente y lo más importante, a no tener ansiedad. Algo importante, fundamental, aunque me dieron el alta de todo en enero, todos los médicos y médicas que me atendieron estos meses, me enseñaron a respirar, a pensar más, a estar más segura, a quitar el hilo que tenía enredado en mi cabeza, a perdonar a muchas personas que ni tan siquiera saben que estaba enfadadas con ellas, y lo más importante, a quererme y a confiar en mi. Se que no me podéis leer, pero gracias, gracias infinitas por aquel aprendizaje, han habido veces que os he odiado, que habéis sido muy duros, hay veces que me he ido enfadada a casa sin entender qué pasaba, por qué era todo tan duro, pero a día de hoy, escribiendo esto en marzo del año siguiente, insisto, habéis conseguido que aún, no haya vuelto a caer en aquel pozo de la ansiedad. Es tan gratificante y tan bonito vivir sin miedo a mi misma, a caerme al suelo llorando, a no poder respirar, a perder el conocimiento por falta de aire, es tan agradable saber respirar cuando me agobio, tan fácil poner en orden mis pensamientos, mis ideas y mis dudas... Y desde aquí, a todos mis queridos perdidos por la vida, os lo recomiendo, id a terapia si es lo que os pide el cuerpo, no dudéis en hacerlo, yo entré a terapia queriéndome tirar por el balcón de mi piso, sin motivos para vivir, perdida en Barcelona y arrepintiéndome de todo lo que había hecho en mi vida, me habían pisado jefas sin corazón, me habían destrozado la poca autoestima que me quedaba y aquello me quitó la esencia totalmente, la terapia me devolvió las ganas de vivir. Os lo prometo, aquello cambió todo, por favor, pedid ayuda si pensáis que la vida no tiene sentido. Gracias a todo el equipo de salud mental que me atendió gratis por la seguridad social de Cataluña.

El año empezó diferente, acabó con disputas sin arreglar y una vez más, gracias a mis jefas de ahora, pude acabar y darle la bienvenida al nuevo año, rodeada de los míos, de mis padres y lo más importante que tengo en mi vida, mi hermana y mi chico. Aunque este año he tardado mucho más de lo normal en escribir esto, pero cuando volváis a leer la despedida del año, entenderéis el por qué no he tenido tanto tiempo en escribir, y os aviso, de que este año sí, es mi año. El máster fue la mejor decisión que pude tomar. Este 2018 ha sido el año de la recuperación mental, sí, lo resumiría así, el año de la curación mental y las mil y una aventuras.
Ahora sí, que comience el 2019, estoy preparada.