viernes, 7 de octubre de 2016

Capítulo 1: Barcelona y mi primera entrevista de trabajo.

Bueno, realmente ya es 3 de octubre, y pese a que no tengo muy claro el nombre del blog, he decidido ir escribiendo y cuando esté abierto, compartiré las entradas para aquellos que estáis interesados en seguirme.
Bueno, llegué a Barcelona sobre las ocho de un día 30 de septiembre, las tediosas 10 horas de tren no mermaron la ilusión, ni eso, ni ese hombre con patatas fritas de jamón que no pensaba compartir con nosotros. Al poner un pie en la estación de Sans (espero no equivocarme al escribir) mi cuerpo sufrió un sinfín de emociones dispares. Miedo, angustia, ilusión, ganas de empezar, la mayor locura cometida. Mis ojos brillaban y mi chico pronto se preocupó por mi. Me sentí muy pequeña, pequeña dentro de la gran ciudad. Me sentí vulnerable pero pronto vimos a mi familia. Más de 6 años que no los veía, fue genial a la par que emotivo. Mientras que mi primo nos explicaba un poco como funcionaba Barcelona y nos hacía una guía turística desde el coche, mi mente estaba como en otro lado, una mezcla de cansancio con alegría y tristeza. Llegamos al fin al campo de mis tíos, allí nos recibieron con los brazos abiertos. Entre charlas de política, 3 o 4 pizzas y miles de risas, terminamos acostándonos en aquella cama, nos miramos y no pudimos evitar pensar "estamos aquí, estamos aquí de verdad".

El día siguiente se presentaba movido, íbamos a ir a ver al piso y yo estaba asustada, otra vez compartir piso, pero bueno, todo sea por ahorrar todo el dinero posible. Fue entonces cuando entramos, a mi aquello no me dio buena espina, el piso era peor de lo que me podía imaginar. Había suciedad por cada rincón, prometo que se me partió el alma y quería gritar y salir corriendo de allí, pero en su lugar, recibí una llamada de una muchacha de RRHH muy ilusionada en ofrecerme una entrevista para su empresa. La acepté aún con el shock del piso. Fue entonces cuando al salir, estuvimos comentando un poco la situación, teníamos que limpiar y poner orden en aquel piso si no queríamos morir en el intento. Y así fue, tras una larga tarde de compras para nuestro cuarto del horror, llegamos a casa. Mi chico y yo nos pusimos manos a la obra. Limpiando con lejía hasta las paredes, ordenando cada rincón de nuestra maleta llena de ilusiones, pero sobre todo, de ropa. Fue entonces cuando hablamos con la pareja de italianos, la chica me confesó que le relajó el hecho de que yo también limpiara y fuéramos diferentes, porque os juro que el piso daba asco y pena. Lo que hicimos fue imponer de una manera nuestra idea de limpieza, cosa que fue aceptada sin problema. Conocimos también al otro compañero de piso, italiano también que nos puso al día del piso, en teoría él también es limpio. La verdad, siendo sincera, no sé si la pareja será tan limpia como dice y el chaval este igual, pero me tranquilizó saber que eran conscientes de la MIERDA que había en el piso. Esa noche, cuando al fin terminamos de poner orden, nos abrimos unas cervezas, terminamos las pizzas del día anterior y decidimos dormir. Antes de eso, a las 2 y pico de la mañana uno de mis compañeros se puso a tono con la música, tanto mi chico como yo no parábamos de reírnos, aquel día no iba a terminar nunca.

A la mañana siguiente me desperté y no sabía muy bien donde estaba, pero sabía que no era mi casa, no os voy a engañar, me sentía rara, lo único que me hacía sentir tranquila era mi chico. Sin distraerme mucho, me vestí, me puse la camisa azul y fui a la primera entrevista que hice en Barcelona. Tras andar no se cuantos kilómetros desde nuestra casa a la diagonal, al fin llegamos. La entrevista fue genial, prometo que me lo pasé realmente bien, la chica que me entrevistó era un amor, y bueno, a la espera estoy de que me avisen o no, quien sabe... Y la verdad es que poco más, a día de hoy, ya 7 de octubre, comienzo a sentirme un poquito mejor, como en mi casa, poco a poco.