miércoles, 3 de enero de 2018

Adiós 2017

2017. Pasa el tiempo, muy rápido y pese a todo, sigo aquí, en Barcelona. El fin de año fue totalmente improvisado. Salí de trabajar a las 20:30, era nueva, tenía que cerrar. Corrí hacia mi casa todo lo que pude porque no sabía qué habían estado tramando mi hermana y Cristian. Y cuando llegué, no me pude emocionar más. Pese a que teníamos muy pocos recursos ese año, mi chico se curró una mesa de lujo, y de fondo, mi árbol de navidad de papel. Cenamos y nos hicimos unas fotos, era todo muy raro para mí. No estaba en Granada ni en Lucena, estaba en Barcelona, viviendo en un pequeño piso, vacío pero nuestro, me sentía triste pero bien. Nos fuimos los tres, muertos de frío por cierto, a Plaza Espanya. Aquello estaba lleno, yo recuerdo que me temblaba el cuerpo de nervios y de la rasca que hacía. Cuando el reloj marcó medianoche, nos comimos las uvas como marca la tradición. Si os digo la verdad, no sé bien si llegué a comerme las dichosas uvas, pero sí sé perfectamente como me sentí: Perdida. Es algo que no sé si alguna vez he contado, pero me sentía muy perdida, en un lugar que no consideraba como hogar. Sí, con mi pareja y mi hermana, pero notaba cómo aquello me venía grande, que no era capaz de afrontar una vida tan diferente, a lo que años anteriores había sido para mí.

El año empezó mal, no os lo voy a negar: muchos baches por el camino, mucha ansiedad, un sentimiento constante de vacío, un examen suspenso y una desesperación descomunal. Todo me iba mal, no sabía bien qué cojones me estaba pasando, pero estaba destrozando todo a mi alrededor. En el trabajo no sabían si me iban a echar porque no había sitio en la plantilla; con mi pareja pagué mis frustraciones, pese a que había pensado  qué quería ser de mayor, luego resultó que mi cabeza dio un giro y volvía a no saber qué narices hacer con mi vida, la carrera y esa maldita asignatura que me quedaba. Conforme fueron pasando las semanas, me prolongaron unos días más de trabajo, siempre al filo de que me echaran. Era demasiada plantilla y no había sitio, e íbamos cayendo una tras otra.
Llegó febrero y al fin, el maldito examen de Susino. La cuarta oportunidad para aprobar: me sabía los temas de memoria, había estudiado más que nadie pero no sabía qué pasaría. Pude ver a mi hermana y a mi madre, bajé del AVE, estuve con mi familia, y recuerdo sentir como si te apretaran el corazón. Solo por un instante... era una sensación nueva para mí.  Y llegó el día del examen (no puedo parar de llorar mientras escribo esto), mi padre me llevó a Granada en coche, yo iba recitando los ¿8? temas en voz alta, una y otra vez. Fue cuando entramos a Granada cuando mi corazón volvió a encogerse: entrar por Arabial, pasar por paseíllos, ver Gonzalo Gallas, mi facultad... Cuando entré en ella, sentí tantísimas cosas pasar por mi cabeza, tantas... mis antiguos amigos, y por supuesto Bea: ella siempre seguirá estando en mi corazón, siempre pese a todo lo que pasó. Recordar cada examen suspenso, cada aprobado, aquellas matrículas de honor, los profesores, la vida, sobretodo, aquella vida. La mejor época de mi vida.


Y vuelta a Barcelona. Esta vez, a finales de febrero, se me ocurrió la genial idea de hacerme un cambio de look. Y creo que fue lo peor que pude hacer.  Me arrepentí muchísimo porque no me sentía yo, pero al fin y al cabo, era una decisión que había tomado, y tenía que apechugar con ella. Eso sí, lloré mucho, como con todo. Soy la muñeca llorona.
Mi madre estuvo por aquí pasando unos días y nos fuimos de escapada con un primo mío a Andorra. La verdad es que me hubiera gustado verla más rollo turístico: ver sus calles, lugares importantes, etc. Pero bueno, compramos muchas cosas. Aquellos días que se quedó mi madre en mi casa fue curiosa la sensación que tuve. Era la primera vez en mi vida, y a una edad de 24 años, que yo le daba cama a mi madre, que le ofrecía mi casa, nuestra casa, y eso fue una experiencia muy enriquecedora. Porque, de una manera u otra, ves cómo los roles cambian, cómo eres tú, como hija, la que se ocupa de que todo esté bien, de que la mami descanse, etc. Fue bonito, no lo voy a negar.

Marzo fue un mes revelador. Por primera vez, pude costearme un portátil con mi dinero, el mío antiguo decidió morir en casa de una amiga mientras jugábamos al LOL. Y eso, no sé, consiguió que me diera cuenta de que estaba sacando mi vida adelante yo sola, sin ayuda de nadie. Es muy bonita esa sensación de independencia, de que si te apetece comprarte unas gafas, te las compras, si necesitas un portátil, te lo compras... sin darle explicaciones a nadie de por qué te has gastado tanto en algo. Y no solo eso, el día 14 de marzo me dieron una noticia que me hizo poder respirar hondo: en el trabajo (ya sabéis como son las típicas empresas de ropa, te contratan por campañas, de modo que me solían renovar conforme me iba supliendo a chicas veteranas que se iban o de acuerdo a sus necesidades) me hicieron fija. Recuerdo muy bien cuando Ana, mi jefa, me dijo que estaba muy contenta con mi trabajo, que les gustaba y que me hacían fija. Cuando yo escuché esas palabras... fija. Me subía por las paredes y bueno, me rompí, como cada mes cuando me decía que me renovaban 30 días más. Fue un alivio. De hecho, Cris estaba esperándome en la puerta porque le dije que mi jefa quería hablar conmigo y claro, fui allí solo para eso, temiéndome lo peor. Y resultó ser una de las mejores noticias que me habían dado este año. No por el trabajo en sí, que también, si no por tener una estabilidad en algo... quien se haya ido de casa sabe a lo que me refiero... que pasen los meses y no sepas si vas a poder pagar las facturas... es lo peor. Pero se arregló, era una chica Stradi.

Llegó abril, un mes bastante duro, muchos problemas emocionales sobre todo. Seguía con esa inseguridad que me acompañó desde el primer día que pisé Barcelona, y no entendía muy bien el porqué. Tenía un trabajo, vivía con mi pareja e incluso había aprobado el examen de Susino. Pero aún así, no era capaz de ponerme a estudiar inglés, me veía incapaz de avanzar, no sabía qué quería estudiar y eso quizás, me retrasó a la hora de seguir mi camino académico y dejarlo un poco apartado, hasta que me encontrara a mí misma. Pese a todo esto, Cris y yo aprovechamos para ser unos guiris en Barcelona. La verdad es que nos movimos mucho, el contrato de mi trabajo era de pocas horas y eso me permitía salir y tener más tiempo libre. Me encantó celebrar el día de Sant Jordi, me parece una tradición muy bonita en Cataluña... y ahí fue donde empezó uno de los sueños que tengo desde bachiller, la preparación del viaje al norte de Italia: todo comenzó con la guía de viajes a Venecia que regalé a Cris.

Un día de mayo y casi de casualidad, quedé con un par de compañeras del trabajo y ahí empezó a cambiar mi vida aquí. Recuerdo como si fuese ayer cómo estuvimos toda una tarde charlando, y no solo eso, fue tan relajante y divertida, que no recordé que vivía Barcelona y que los metros cerraban a las doce de la noche. Una vez que llegué a casa me sentí tan feliz, tan llena..., había estado tan a gusto con esas dos chiquillas que me sentía con ganas de volver a verlas, tanto que a día de hoy me sigue pasando. Desde aquella vez, poco a poco fuimos forjando una amistad tan bonita, tan sincera, tan importante, que creo que consiguieron que empezara a echar raíces, al menos por un tiempo.

Junio. El mes de volver a empezar. Comencé ahorrando todo lo que pude para poder volver a sentirme yo, y con sentirme así, me refiero a volver a ponerme el pelo tal y como lo tenía. Y así fue. Me dejé medio riñón y parte del otro en una peluquería de Barcelona, pero eso sí, me devolvió la vida como quien dice. Tenía tantas ganas de volver a "recuperar esa confianza" en mi autoestima... y parecerá una tontería, pero lo logró, me veía guapa.
Y bueno, el día 8, 8 de junio lo recordaré siempre por uno... bueno no, por el MEJOR regalo que jamás me hayan hecho. Y la historia se remonta a cuando yo tenía... ¿7? ¿8? ¿9 años?  al menos, que tuviera uso de conciencia, cuando todas las tardes me sentaba en el salón de mi casa a hacer los deberes mientras escuchaba a mi madre coser.
Ella era una costurera modelo, lo mismo te hacía un remache que te cosía unas cortinas, un vestido o lo que le pidieras. Yo, curiosa como de costumbre, siempre le miraba, nunca le preguntaba, cosa de la que me arrepiento. Y aprendí. No sé cómo narices, pero me fui enseñando yo sola a coser poco a poco... bueno sola, aprendiendo tan sólo con mirar a mi madre. Empecé abriendo, como muchos sabéis, una tienda por internet, donde vendía todo lo que hacía... ¡qué recuerdos! donde continué aprendiendo a coser arreglándome mi propia ropa... y claro, faltaba la obra maestra. El regalo perfecto de alguien muy especial: una máquina de coser de mi madre. Mi madre costurera y modista profesional, que se ganó sus ahorros cosiendo para la calle, de una manera u otra, me había enseñado ese mundo, y me sentí tan especial por compartir ese vínculo... Algo tan bonito que también, mi abuela Carmen tenía. No sé, es como algo que se ha pasado de generación en generación, y para mi es muy importante. Eso sí, siempre he cosido a mano, nunca a máquina... y ahora sí que me gustaría preguntarle a mi madre mil cosas de cómo coser. Pero bueno, poco a poco, voy aprendiendo gracias a YouTube y a los tutoriales que me pasa mi madre por Whatsapp para poder arreglarme el pantalón del uniforme para trabajar.


Junio, como dije antes, fue un mes fantástico ya que me trajo un pedacito de mi corazón. Y como ella es una mujer de sangre caliente, se trajo consigo la mayor ola de calor de todo el verano. No sudamos nada aquellas noches interminables... Ella es alguien que me acompañó en noches de lobas cazando por Granada. Ella es alguien que se emborracha con media cerveza y te ralla con cerveza y media. Ella es alguien, que poco a poco está quedándose más cerca de mí y de la cual estoy muy orgullosa por todo lo que ha vivido y por cómo está saliendo de esto. Ya lo sabes, fue genial tener tantas conversaciones contigo, también, recorrernos Barcelona montada en zapatos altos y llena de heridas... ¡maldito Cris y su poco afán de coger transporte público! Ya dije el año pasado que no es que amara a Granada, sino a las personas que allí están, y sabes que, aunque a veces me den ganas de pegarte un guantazo, eres alguien a quien quiero con todo mi corazón.


Y llegaron nuestras primeras minivacaciones en Sitges. Qué maravilla de lugar, qué playas, qué ambiente, qué calles... Pasamos San Juan allí con unos amigos y la verdad es que fue bien. Mucha fiesta (aunque nosotros ya estamos mayores) pero me gustó mucho la experiencia y sobre todo, las comidas que nos pegamos allí como señores... gracias mis pequeños, me enseñasteis el lugar perfecto donde quiero comprar un apartamento.



Julio. Rebajas. Señoras peleando por un descuento de 4.99. El estrés de estas no consiguió que día tras día, preparáramos el viaje de mis sueños.
Desde bachillerato he querido visitar Italia. Por razones obvias de dinero, no se ha podido visitar todo lo que me hubiera gustaría, y bueno, porque mi chico ya se ha visto medio país, así que acordamos visitar el norte: Turín, Milán y Venecia:

Empezando por Turin, una ciudad pequeña en donde disfrutamos de unos días muy relajantes. Allí alquilamos una habitación situada en un pequeño piso donde vivía una pareja mayor con un gatito. Y fue genial, tan bonito... el cuarto era rollo buhardilla y teníamos arañas y todo, allí, haciéndonos compañía. Nah, en serio, fue un buen comienzo. Y que no se me olvide mencionar que allí había un museo Egipcio, el mejor que he visto hasta el momento, incluido el del Louvre ¿eh?

Cogimos un tren de camino a Milán, la ciudad de la moda. Yo sólo pensaba en si tendría la suerte de encontrarme a Dulceida por aquellas calles llenas de lujos y dinero... pero nop. Milán es otro rollo totalmente diferente. Es más turística, un lugar precioso, pero más enfocado a gastar. Eso sí, la catedral de Milán me pareció la más impresionante que haya visitado hasta el momento. Eso sí, a los vigilantes les molestaba que las mujeres enseñáramos los hombros y las rodillas, así que tuve que comprarme una batamanta de papel de fumar súper fea.
























Y gracias a internet y a sus ofertas locas y casi reventas ilegales, pudimos ver la magnifica obra de Leonardo Da Vinci: la Última cena. Fue impactante, al menos para mí, tenerlo justo enfrente de mi, ese "cuadro" que tantos misterios ha levantado... y estaba allí, pintado tal cual, parecía que el tiempo no había pasado para él, pese a todo lo que pasó con la II Guerra Mundial... no sé, impresionante chicos. Además de la Catedral, lo que más me gustó de Milán fueron las Galerías de Victor Manuel II... eran tan luminosas, tan típico de allí...

Y llegó una de las ciudades que siempre he querido visitar de Italia. Al fin. Nada de marca blanca (Brujas, que bueno, para mí fue impresionante y no tiene nada que envidiarle a ésta). Nos dirigimos a la ciudad de los canales, entramos a Venecia. Cuando llegamos, después de unas 5 horas de autobús, estábamos cansadísimos, y Cris me propuso ir a la isla al siguiente día... no me gustó la idea pero accedí. Aunque al final, creo que le di pena o algo pero cogimos un bus para plantarnos en Venecia. Cuando llegué estaba muy nerviosa, tenía muchas expectativas y tenía miedo de que me decepcionara después de tantísimos años estudiando en los libros de historia la arquitectura de los edificios de Italia... y bueno ¿Quién no sueña con pasearse por las calles de Venecia con la persona que más amas? Pues eso. Y llegué. Recuerdo que iba mirando al suelo porque no quería levantar la vista, pero la levanté. Y me emocioné. Mucho. Aquello era tan bonito, tan mágico... Abracé a Cris, era el lugar perfecto, el momento perfecto y con mi pareja. El chico del que llevo enamorada ya casi tres años. Aquello era una ciudad aparte, un cuento, calles estrechas, y muchas escaleras, muchas. Y agua por todas partes. Tenía más canales que Brujas, obviamente, pero no olía tan mal como me habían dicho. Olía como a mar. Y las góndolas. Buah, qué gozada. Estaban tan cuidadas... y valía tan caro el viaje que cualquiera lo pagaba. Aunque bueno, Cris y yo decidimos dejarnos el otro riñón que nos quedaba, y nos montamos. Aquello fue tan romántico...
















Este fue el segundo viaje "gordo" con Cris, y la verdad es que me encanta viajar con él. Somos como niños, asombrándonos por todo, andando como si no hubiera un mañana, porque a mi novio le cuesta pagar un euro y medio por un tícket de metro, porque para él es mejor andar 5 Km de camino a casa... Pero ahora en serio, es genial viajar, conocer mundo, pero si es al lado de alguien a quien amas y que se ha convertido en uno de los mayores apoyos de tu vida... eso es algo por lo que no cambiaría jamás. Todo pasa por algo, y estoy segura de que la vida nos destinó desde que nos conocimos a vivir todo esto.

Vuelta a Barcelona, y como quien dice, vuelta al aeropuerto al día siguiente. ¿Por qué? Venía mi hermana y su chico. He de decir, que este es el año que más veces hemos hecho turismo en Barcelona. A todo el que ha venido, le hemos enseñado lo más emblemático de esta ciudad, que aunque no es Granada, también tiene encanto. La verdad es que, desde la última vez que estuvo mi hermana aquí, las cosas habían cambiado muchísimo. Su última vez fue en Navidad, hace un año ya, y bueno, yo no pasaba por mi mejor racha: estaba realmente mal, muchos lo sabréis. La ansiedad se apoderó de mí desde hacía unos meses, y aunque aún está ahí, siempre intento llevarlo de la mejor manera posible. Si la padecéis, entenderéis perfectamente lo difícil que puede ser llevar una vida "normal" y disimulando que todo va bien aunque no sea así.

Pero lo más duro sucedió en AGOSTO, sí, con mayúscula. El día 17 fue unos de los días que más miedo he pasado en toda mi vida. Yo llegaba a casa después de un día de trabajo, imagino que agotador. Nos sentamos a comer mi chico y yo, y lo normal, cuando estás comiendo y viendo YouTube, el mundo desaparece al menos por un segundo. Es cuando nos da por mirar el móvil (me tiembla el cuerpo al recordar todo lo que pasó) y encontramos varias llamadas perdidas de nuestros familiares, mensajes de miedo de conocidos y hasta un vídeo.
"¿Ana estás bien?" "¿Ana dónde estáis?" "Por Dios coged el teléfono, ¿Dónde estáis? ha habido un atentado en Barcelona".
Acto seguido vi un vídeo, que claro, inocente de mí, no sabia que era. Los que me conozcáis sabéis perfectamente que no me dan impresión este tipo de cosas, pero esta vez... se me clavó en el corazón. Había tenido lugar un atropello en las Ramblas de Barcelona: había gente tirada por el suelo, llorando... muerta, joder. En Barcelona, justo donde unos días antes, había estado con mi hermana y su novio. Cristian y yo pusimos de inmediato la televisión. No era una broma, estaba sucediendo de verdad. La información era confusa, muy confusa en ese momento. No se sabía qué estaba pasando, decenas de noticias falsas de bombas donde no las había... Y empezó lo peor para mí. Los helicópteros, la incertidumbre de lo que estaba pasando. Recuerdo muy bien esa sensación de miedo. Siempre había pensado ¿Qué se sentirá? ¿Qué es realmente lo que el ser humano siente cuando ve la vida como algo súper frágil que en cualquier momento puede apagarse? Pues ahora lo sé. Obviamente, mi novio y yo estábamos en casa, a salvo, pero ese miedo... Esa angustia, es algo que jamás se me va a olvidar. Es muy difícil de explicar lo que se te pasa por la cabeza en esos momentos. Y es que el ser humano es tan frágil, joder... Tu vida puede acabar cuando menos te lo esperes. Pues mi chico y yo estuvimos enganchados a la televisión, en el sofá sin apenas hablar, agarrados de la mano, asustados. Yo tenía ansiedad, porque de verdad, ese pánico constante, el sonido de los coches de policía, los helicópteros... No paraba de salir a la terraza porque estaba muy nerviosa. Se oían gritos, aunque claro, una ya está muy susceptible de todo lo que ocurra. Fue cuando por Twitter me enteré de que uno de los terroristas estaba en la Diagonal... joder, cerca de donde trabajo. Llamé a una de mis compañeras, porque os juro que estaba acojonada. Tenía miedo. Hablaban de una posible bomba en la Sagrada Familia. El mero hecho de pensar sobre el objetivo que tenían estos terroristas me abruma... No sé chicos. Fue un momento difícil de explicar, y eso que nos pilló en casa... pero cuando lo vives en tu ciudad, cuando sabes que podrías haber sido tú... Os juro que os cambia la forma de pensar. Porque todos hemos conocido famosos atentados: el 11 S, el 11 M en Madrid, los últimos de Londres, Francia... Pero claro, cuando ves que es en tu puta ciudad en la que hay cuatro locos que quieren asesinar a la gente porque sí... Ahí es cuando eres consciente de que eso es real, de que existe y de que tú eres una persona sin medios para defenderse si llegara alguien así. Ojo, que no estoy diciendo que haya que llevar una pistola, sino que me sentí indefensa y como un trozo de carne que puede desaparecer en un segundo si alguien lo desea. No sé, es aterrador.
Lloré mucho, y al día siguiente, yendo de camino al trabajo, vi la seguridad que había y las calles desiertas. Aquello me impactó para siempre. Días después, Cris y yo fuimos a las Ramblas. Cuando vas allí, la realidad te pega tal hostia que os juro que me emocioné muchísimo, me impactó el escenario. Todo estaba lleno de murales, de flores, velas. Joder, que lo estaba viendo con mis propios ojos, que había pasado de verdad, muy cerca de mi. Que podría haber sido yo la víctima... no sé. Fue durísimo. Pero bueno, gracias a los Mossos, los hijos de puta éstos fueron atrapados y/o asesinados (aunque yo no los hubiera matado, los hubiera encerrado de por vida). Eso sí, ese miedo no se te quita nunca. Es algo curioso que le comenté una vez a mi chico. Desde que vivo en Barcelona es como que siento que mi vida es más vulnerable. El vivir en una gran ciudad supongo que es lo que tiene... Pero nunca le había dado tanto valor a mi vida como ahora. Curioso, sería un interesante estudio sociológico ¿Verdad?

Septiembre, el mes de la locura en Cataluña. De verdad que cuando digo que este año ha sido único, no lo digo de broma. Al menos, es el año que más acontecimientos han pasado, y uno detrás del otro. Cris presentó el TFM, y a mi, no me dio tiempo a verlo. Fueron varios sucesos los que me impidieron acudir a tiempo, y es algo que me duele muchísimo, pero así fue. Él sacó adelante, como ya intuía, su presentación. Por otra parte, entre esas semanas de septiembre, fue el día de Cataluña, la Diada como la llaman. Dio la casualidad de que estábamos dándonos una vuelta aquel día, y claro, en Andalucía no es igual que aquí. Me explico: el sentimiento que tienen aquí es de unión, tan mágico... Ves cómo familias enteras, gente con dos dedos de frente (no como nos vende la prensa española) está defendiendo a Cataluña, (Ojo que no sólo con banderas indepes...) el ambiente que se respira es tan familiar, tan acogedor... que a mí es algo que me enamoró desde el minuto uno. Y tantas cosas... aquí montan fiestas por cualquier motivo, cada barrio de Barcelona tiene su fiesta particular, y no sé, es algo que me encantó ver. ...Y por supuesto, las fiestas de Bellvitge.



Septiembre también fue el mes en el que, por unos segundos sólo, pude ver a la pareja (ya ex) de uno de los youtubers que llevo viendo desde el 2011, Ro. Fue un segundo, porque la pobre no tenía tiempo de pararse, pero para mí... fue genial. Tuve ganas de decirle muchas cosas, pero claro, no soy la única que la admira, así que, al menos la vi.

Y bueno, como he dicho previamente, había un runrún en la política catalana. Anunciaban un posible Referéndum el día 1 de Octubre, el día en que los Catalanes podrían votar la posibilidad de formar una República independiente. A mí, la idea como tal, me llamaba la atención, pero tras charlas extensas con mi novio, analizando la situación, nos dimos cuenta de que no era esa la solución, aunque votar nos parecía bien y razonable. Helicópteros daban vueltas por nuestro barrio aquella mañana, el día era lluvioso, pero aún así, decidimos ir a votar, ¿Por qué no? ¿Qué puede pasar? Solo queremos votar. Já.
 Fuimos al colegio que hay justo al lado de casa, y obviamente, lo habían cerrado. Recuerdo muy bien cómo la gente estaba tranquila, comiendo y compartiendo una bolsa de patatas, no sé por qué, pero aquello se me quedó calcado en la mente. Y mira que es una gilipollez tremenda, pero no sé, no había violencia, ni nada por el estilo como los mass medía mencionaban una y otra vez. Probamos suerte más arriba, cerca de donde cogemos el Tram para ir al trabajo. Allí estaba la cosa tranquila, tanto que nos sorprendió. Nos acercamos y vimos a gente haciendo cola, lo normal. De repente, comenzaron a venir furgones de la Policía Nacional, pero no uno, allí habría más de una docena de furgones. Daba miedo, de hecho empecé a asustarme cuando vi que "nos estaban rodeando". Por la PUTA cara, comenzaron a sacar las pistolas estas con pelotas de gomas, prohibidas. ¿Ok? Pues eso. Comenzaron a ir hacia la gente que estaba haciendo cola y supongo, que dentro del  colegio. Ahí ya no sé que pasó, pero sí vi lo que pasó fuera, y logré grabarlo haciendo un directo para mi Facebook. No sé muy bien qué fue el desencadentante, pero la gente se unió y comenzó a echar a los policías. Aquello os juro que era épico. Sin violencia, con las manos en alto, andando hacia delante, hacia nosotros. Yo estaba muy asustada, os juro que era de puta película. La Policía Nacional decidió meterse en los furgones y salir de allí corriendo, pero de una manera que no tenía sentido, ¿De esto que le metes primera al coche y casi te derrapa? Pues así. Eso sí, había gente gilipollas que empezó a tirar cosas, botellas de cristal incluidas. Eso me asustó porque mi novio, que quería tomar el primer plano, le pasaban las botellas al lado de la cabeza, y os juro que no llegué a llorar, pero el corazón se me iba a salir por la boca. Este día, el gobierno de Mariano Rajoy demostró la incompetencia que lo caracteriza. Fue penoso, asqueroso y denigrante cómo se trató al pueblo catalán. Independientemente de que esas votaciones tuvieran o no validez, pero coño, deja a la gente votar, porque si no "sirve de nada" ¿Qué más te da? En fin.
El resto de Octubre fue "normal": problemas políticos con el tema del referéndum, y el gobierno de Rajoy, que implantó el artículo 155 el día 27 de este mes. Penoso. Elecciones para el 21 de diciembre en Cataluña. Varios presos políticos y el Presidente de Cataluña en Bruselas. De cuento, que por cierto, se me olvidó mencionarlo, pero tras muchas veces de pasarse la pelota tanto el gobierno español como el catalán, los diputados independentistas decidieron votar en secreto y proclamar una República unilateral (dos días duró).

Y bueno, aunque quizás no sea tan importante, pero al fin tomé la decisión de apuntarme de una maldita vez a una academia de Inglés B1-B2. Y es algo de lo que me siento muy orgullosa, ya que al fin tengo un poco más claro mi camino profesional. Y eso me relaja, al menos hasta que consiga empezar el máster.

Noviembre, bueno, el mes del cambio de look de nuevo. Decidí bajar a mi pueblo para visitar a mis padres y a algunos amigos, lo necesitaba. El viaje se me hizo eterno, pero me moría de ganas por estar allí. Fue gracioso, porque parece que esperaba ver a mi madre para armarme de valor y hacer algo que nunca pensé qué haría.
Sep, me corté la melena que tanto pensé que necesitaría. Siempre había pensado que era el símbolo que marcaba mi identidad, pero algo dentro de mí me decía que lo hiciera. Y es algo que me sentó tan bien... el hecho de ir contracorriente me hizo sentir tan genial que, joder, tendría que haberlo hecho antes... Muchos amigos y amigas me decían que no lo hiciera, que mi pelo blablabla, pero es que si no lo hago ahora ¿Cuando tenga cuatro pelos de vieja es cuando tengo que hacerlo? Nah. Me sentí diferente.

Y bueno, esta vez, cuando bajé a Lucena, es la primera vez en 25 años que me costó irme de allí. Me sentía genial, estaba a gusto con mi familia, mis amigas... El pueblo se me hacía pequeño, sí, pero me era "suficiente" (aunque bueno, dadme una semana allí). Me sentía útil, podía estar con mis padres y que no se sintieran solos. Podía escuchar sus miedos, sus angustias, intentar ayudarles en medida de lo posible... no sé. Pero cuando me fui, una vez que estaba esperando el AVE, lloré. Mucho. Lloré porque tenía que volver a "mi vida en la gran ciudad" y aunque eso me gusta, porque bueno, soy independiente, me pago todo y vivo con el amor de mi vida. Pero también, por otra parte, me aleja de mis amigos y de mi familia. Y mira que yo no soy muy "apegada" a la familia, siempre he ido a mi bola, pero parece ser que eso está cambiando ¡Mamá, estoy madurando!
También estuve con mi hermana, poco tiempo pero estuve, y bueno... mi hermana es la otra mitad de mi corazón, así que qué puedo decir de ella que no sepa ya... Me hubiera gustado estar más tiempo con ella, pero lo primero son los estudios, ya se lo dije.
Noviembre fue otro mes de visitas. Al fin subieron los papis de Cristian y eso me hizo sentir tan bien por él... me alegró tanto ver a mi chico así de feliz... la pena es que, por el trabajo, no pude estar con ellos. Bueno sí, 4 horas. La verdad es que me hubiera gustado estar con ellos y disfrutarlos. Pero no pudo ser, aún así, me conformé con que Cris lo hiciera por los dos.

Diciembre. Chachán. El último mes del año, menudo año ¿Eh? Pues bueno, ya sabéis, una tienda de ropa en diciembre es una puta locura. Muchas horas, ansiedad, agotamiento, el maldito inglés y la poca vida social, pone a una de los nervios pero he intentado llevarlo de la mejor manera posible, aunque he cometido muchos fallos. Este año, por primera vez en mucho tiempo, tenía ilusión por la Navidad. No sé si ha sido Cris o su familia, pero me moría por montar el arbolito. Fuimos a mirar unos cuantos al chino de confianza, y os juro que me daba una alegría pensar que sería nuestro primer árbol juntos... luego comprar los adornos... No sé, todo. Ha sido una experiencia bonita... me acuerdo que justo cuando acabamos de ver la típica película navideña, con los jerséis típicos y el árbol ya puesto, me puse a llorar. Sí, este año he llorado bastante, me estoy dando cuenta, pero es que soy bastante sensible y lo siento todo como por 1000. Es muy curioso.
Pero la guinda del pastel fue casi a finales de mes. Mi chico empezó a decirme que necesitaba que en mi trabajo no me cambiaran los horarios, porque bueno, los suelen cambiar bastante a menudo ya que si falla alguien o si hay más curro de la cuenta te avisan. Así que le dije que sí, pero claro, lo vi muy pesado y me soltó que quería tener un finde conmigo, para los dos, romántico... blablabla, y yo, muy emocionada, haciéndome mis paranoias y bueno, yo ya me veía en la nieve esquiando o tomando un té en una piscina caliente. No sé, mil cosas.
Jueves, de camión. Bueno, reventada, como siempre. Y bueno, el agotamiento de la semana en general y el INGLÉS. Salgo de currar, porque claro, no lo he mencionado, pero a mi chico entró en el programa de Doctorado y se supone que íbamos a ir a celebrarlo. Pues salgo del curro, muerta, y lo veo con una sonrisa que no le cabe en esa cara que tiene. Y claro, no sé, me chocó pero no le di importancia. De repente, alguien me tapa los ojos. Las manos estaban heladas y los dedos eran muy finitos. Mi hermana pensé. Empecé a temblar, mucho, me giré y no me creía lo que estaba viendo. Paula. Sí, Paula Gallardo. Era ella. Mi amiga, mi mejor amiga, estaba allí, porque sí, en Barcelona. Todo ese sentimiento que tenía dentro, estalló. Y lloré, no recuerdo bien ni lo que le dije. Pero lloré mucho. No paraba de repetir Paula, me siento muy sola, Paula. Fue muy rollo película y mi chico me dijo que hasta él se había emocionado, porque era algo que realmente necesitaba. Y bueno, pese a que me hubiera gustado estar todo el tiempo posible con ella, fue suficiente. Mucho trabajo, no olvidemos eso, y bueno, cansancio... pero es que... yo quería estar con ella todo lo posible, joder, todos los putos días hablamos por Whatsapp, nos contamos nuestra vida por audios de 10 minutos... qué locura, estaba allí. Y bueno, mi novio chapeau porque me engañó como una niña, como siempre.

Y acabó el año, se terminó y, madre mía, no ha sido moco de pavo. Muchos acontecimientos en 365 días ¿Verdad? Bueno, estoy deseando ver qué va a pasar este esperado 2018. Ahora las cosas están diferentes. Más estabilidad económica y emocional, una casa, unas buenas amigas... y lo único que haría falta sería un gatito para que cuide la casa ¿A qué sí?

PD: Por último, y quizás pensaréis que puede ser una tontería, la famosa pareja de VAPE rompió. Para mí, tras casi 7 años siguiéndolos, fue un golpe bastante duro del que todavía no me he recuperado.

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