martes, 14 de noviembre de 2017

Capítulo 12: Tropiezas. Te levantas. Tropiezas. Te levantas. La cagas mucho, caes pero no lo suficiente, y te vuelves a levantar.

Tropiezas. Te levantas. Tropiezas. Te levantas. La cagas mucho, caes pero no lo suficiente, y te vuelves a levantar.

El problema comienza cuando no paras de encontrarte baches que entorpecen tu destino. Obstáculos que creías conocer y que vuelves a dudar si saltar o pasar por el lado. Ese es el problema. Cuando pones ilusión en algo y se te va a la mierda. Cuando intentas por todos tus medios ver a alguien de tu familia, y no puedes, o sí, pero 3 o 4 horas a lo sumo. Eso te frustra. Intentas hacer todo lo posible para que esté bien la situación y todo se vuelve en tu contra. Te sigues hundiendo poco a poco, aunque aparentas tranquilidad e incluso serenidad porque no quieres que te pregunten. Ya no tienes paciencia con nada, es un problema. No te fías de nada ni de nadie, es un horror. Desconfías de cada palabra que te dicen, tus amigos, tu familia, tu pareja e incluso tus compañeros de trabajo. No paras de perder peso empicado. Más y más. Esos pantalones que tanto te gustaban te quedan enormes, da igual la de veces que intentes arreglarlos con la máquina de coser, te van grandes. Tu autoestima vuelve a estar configurada por las opiniones externas de los demás, por esas personas que te juzgan sin saber que no deberían hacerlo. Esas personas que hablan de más o que saben lo que dicen porque lo han vivido e intentan darte una lección de vida, pero lo único que consiguen es que te cuestiones si tus decisiones son las correctas. Te cuestionas hasta si el pan que has comprado es adecuado para hacerte un bocadillo. 
¿Que cojones te queda? ¿qué? nada. Sientes que te asfixias pero cuando miras hacia abajo, ves tus propias manos. Eres tú. No te sientes sexy, ni atractiva para nada ni nadie, ni deseada, porque... ¿quien ve más allá de mi físico? Intentas tomar una decisión, lo concretas en tu mente y con las personas implicadas, y días antes, te cagas las patas abajo y no sabes realmente, si llegarás hasta el final. 

Te levantas. Tropiezas. Te levantas. La cagas mucho, caes pero no lo suficiente, y te vuelves a levantar.

Tu mente va a mil por hora, miles de pensamientos recorren cada parte de tu cuerpo ¿a quién intento engañar? si una persona no está segura de sí misma, eso mismo se lo traslada a los demás y estos se toman la libertad de pisarla, de gritarle e incluso de darle a entender que se busque la vida por otro lado. Nadie quiere implicaciones en esta vida pero... ¿por qué? si te importa alguien te implicas y lo das todo, al menos eso he aprendido yo con el paso del tiempo, no la lanzas a los brazos de otra persona. La ayudas, la consuelas e incluso le devuelves la confianza que había perdido en un bache. 
Pero no, la sociedad es lo suficientemente egoísta que no se para pensar el daño que puede causar en alguien ciertos gestos, ciertos comentarios despectivos, en cuanto a su manera de vestir, a qué mierda lleva en el bolso o por qué no tiene ganas de según qué cosas. Y es, que con la mentira no se llega a nada, tampoco con comentarios "constructivos" pero hirientes, ni tan siquiera con un "me lavo las manos" y le echo el muerto a otro. Porque eso hace mella. Va clavándose en el pecho y va abriendo la herida hasta que esta absorbe el poco oxígeno que se le permite y cae. 

Entonces tú, te has caído. Y esta vez no ha sido un tropiezo, aunque todos puedan pensarlo así. Ahora no puedes levantarte porque llevas 45 kilos a la espalda que te recuerdan lo mierda que eres, lo poco que vales, lo poco que sabes y el hecho de que cualquiera se va a aprovechar de ti por buscar algo de cariño y amor. Y así es la vida, contra un muro una y otra vez. Lo peor es cuando los demás tropiezan y tu estás ahí para ayudarlos a levantarse. La puta mierda es cuando tu estás ahí para todos, y nadie está ahí para ti. La putada es ese momento en el que piensas en las alternativas que te ofrece la vida y te DAS CUENTA de que no hay ninguna más, que hay un solo camino que te va a impedir siempre no tropezar. Porque da igual que una vez que estés en el suelo con 45 kilos a la espaldas puedas levantarte, porque bueno, al principio te dolerá la espalda pero creerás que es buena señal, pues te has levantado y eso es lo importante. Pero lo que no sabes o no quieres saber es que poco a poco tus vértebras ceden y se rompen una tras otra. Y cuando creas ya conocer el significado de la vida, estarás muerta. 

1 comentario:

  1. "si una persona no está segura de sí misma, eso mismo se lo traslada a los demás". Sabes, durante muchos años, hasta que terminé la universidad, siempre que me miraba en el espejo, no veía nada. Me hice creer a mí mismo que era tan poquita cosa que al final, eso era lo que veía el 99% de las chicas en mí. Bueno, mejor dicho, no me veían porque era transparente porque yo estaba convencido de que era así. No hay mayor piedra que la que a veces nos ponemos nosotros mismos por gilipollas. Al menos me di cuenta...

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